El presente Plan Municipal de respuesta ante la pandemia de influenza porcina para el municipio de Cali, se está realizado siguiendo los lineamientos del Ministerio de Protección Social, el Instituto Nacional de Salud y en coordinación con la Secretaria Departamental de Salud del Valle.
El documento define actividades operativas para el desarrollo de los objetivos, teniendo en cuenta que a Cali le corresponde implementar el Plan y garantizar que todos los actores comprometidos participen en la prevención y preparación para una posible contingencia relacionada con influenza porcina; se construyó a partir de la revisión de la literatura existente sobre el tema y de los lineamientos de OMS, del Ministerio de la Protección Social, del Instituto Nacional de Salud.
Los objetivos comprenden las acciones relacionadas con vigilancia epidemiológica, organización de la red de servicios, desarrollo de medidas preventivas y de control, aspectos de comunicación, educación a la comunidad y capacitación a todo el personal de salud, todas estas necesarias para lograr dar una respuesta eficiente y oportuna para prevenir, controlar y mitigar el impacto de la pandemia de influenza sobre la salud de la población.
Contexto Epidémico
La importancia de la influenza y la amenaza de pandemia esta dada por la alta transmisibilidad de la enfermedad y la rápida capacidad de propagación, así como por su elevado potencial epidémico y pandémico y gravedad de sus complicaciones. Es causada por el virus del género Influenza, al cual pertenecen los tipos A, B, C y D o thogovirus.
La ecología de la enfermedad y el comportamiento del virus han dado lugar a numerosas oportunidades para la aparición de virus pandémicos, sea por un fenómeno de redistribución génica, en el que se produce un intercambio de material entre virus humanos y aviares durante la coinfección de un ser humano o un cerdo; o mediante un proceso más gradual de mutación adaptativa.
El virus de la influenza A se clasifica en subtipos, con base en 2 antígenos de superficie: la hemaglutinina (H1, H2, H3), de los cuales se han descrito 16, y la neuraminidasa (N1, N2), de los cuales se han descrito 9; el antecedente de respuesta inmune frente a estos antígenos (especialmente frente a la hemaglutinina), disminuye la probabilidad de infección, así como la severidad del cuadro clínico.
Actualmente co-circulan en el mundo los subtipos de influenza H3N2 y H1N1, algunos H3 y eventualmente H9; las características antigénicas de los virus de influenza circulantes, sirven de base para la selección de las cepas que se incluyen cada año en la vacuna.
Los virus de la influenza involucrados en pandemias han estado ligados a especies animales. Todos los virus de la influenza que afectan a mamíferos, incluyendo aquí a la población humana, derivan de un extenso conjunto de subtipos víricos diferentes que se mantienen en las aves acuáticas, reservorio natural de los virus de la influenza A. Los mamíferos, y en particular los cerdos, pueden jugar un importante papel en la aparición de virus con potencial pandémico y por tanto, la integración de la vigilancia animal, es un requisito imprescindible en la vigilancia de la influenza.
La severidad del cuadro clínico varía cada año dependiendo del subtipo de virus y cepa circulante, tasas de incidencia, niveles de susceptibilidad y protección de la enfermedad. Típicamente el cuadro clínico de la influenza se caracteriza por el inicio abrupto de fiebre, mialgias, odinofagia, debilidad y tos. A diferencia de otras enfermedades respiratorias comunes, la influenza produce severo malestar y postración. Se pueden presentar cuadros más severos causados por la neumonía primaria producida por el agente viral o por neumonía secundaria de origen bacteriano. Durante las epidemias de influenza, las altas tasas de ataque producen un incremento en las consultas y hospitalizaciones, así como un aumento en la mortalidad, debido no solamente a la influenza sino a las complicaciones o exacerbaciones de entidades crónicas; por tanto, desde 1963 se ha recomendado la vacunación anual para los individuos que por sus condiciones de base estén en riesgo de sufrir complicaciones.
La Organización Mundial de la Salud estableció como grupos de alto riesgo para complicaciones y mortalidad las personas mayores de 60 años; niños o adultos con desordenes pulmonares o cardiovasculares crónicos incluida el asma; inmunocomprometidos, incluido VIH; niños y adolescentes con terapia crónica con aspirina; mujeres en 2o y 3er trimestres de embarazo durante la estación de influenza; residentes en guarderías, ancianatos o instituciones de pacientes crónicos; adultos o niños en tratamiento por enfermedades metabólicas crónicas, renales, o hemoglobinopatías; personas en contacto con pacientes de riesgo, incluido el personal de salud.
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